27 jun 2011

ESPAÑA EN LA GUERRA DE AFGANISTÁN


He querido con el título de este artículo evidenciar lo que el Gobierno de España parece obviar a la opinión pública y es que en Afganistán hay una guerra y que las tropas españolas destinadas en el país asiático están en un contexto de guerra, aunque se le quiera denominar que su ‘misión es de paz’. En poco más de una semana dos atentados contra militares españoles ha causado dos muertos y numerosos heridos. El más grave se produjo este domingo cuando un artefacto hizo explosión al paso de un convoy de reconocimiento cerca de la localidad de Qala i Naw que causó la muerte a dos soldados pertenecientes al Regimiento de Infantería Soria IX con base en Fuerteventura. En estos momentos hay cerca de 1.500 soldados españoles destinados en Afganistán y las víctimas mortales ascienden a 97. La mayoría de ellas se han producido en los accidentes del Yak-42, cuando un grupo de militares regresaban de Afganistán y el avión se estrelló en territorio turco, y el siniestro del helicóptero en territorio afgano, envuelto también en la polémica. 

La situación es compleja, difícil y preocupante ya que, pese a los años transcurridos desde que la ONU acordase la resolución que dio origen a la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad) el país continúa sin un futuro claro. La ISAF (2003) se constituyó con el objetivo de ayudar al Gobierno afgano a extender y ejercer su autoridad en todo el territorio del país, así como crear las condiciones necesarias para la reconstrucción y estabilización del país. A estas alturas, los talibanes no han sido erradicados y esperan en sus dominios el momento para reiniciar una ofensiva que ponga contra las cuerdas al actual Gobierno afgano. El anuncio por parte de Estados Unidos del abandono progresivo de sus tropas de Afganistán, y junto con el país norteamericano buena parte del resto de aliados, deja a los talibanes con el manejo de los tiempos en esta guerra. 

El presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, ya ha anunciado que el retorno de los militares españoles se iniciará en el primer semestre del próximo año y concluirá en 2014. Los soldados españoles han hecho carreteras, colaborado en la construcción de escuelas y hospitales, han asistido a la población civil, pero son, ante todo, militares entrenados para combatir y sometidos en el país asiático a actos violentos, atentados y ataques. Están en una guerra, por mucho que el Gobierno se empeñe en que es una misión de paz, y esa misión se produce en un contexto de guerra en el que los soldados deben desenvolverse respondiendo, si así se requiere, a cualquier acto del enemigo. Los talibanes no diferencian quiénes están en misión de paz, quiénes en misión de guerra o quiénes pasan por allí a contemplar el panorama. Todos son enemigos y son tratados como enemigos, por eso hay atentados contra las tropas españolas. Este gobierno que tenemos ha hecho un uso desmedido del lenguaje para no querer decir lo que verdaderamente son las cosas. No solo tenemos el ejemplo de la guerra en Afganistán y la ‘misión de paz’, sino la “desaceleración económica” para evitar decir crisis, la ley de interrupción voluntaria del embarazo para no decir aborto o el reciente ‘conflicto libio’ para evitar de nuevo hablar de guerra.

Afganistán ha sido históricamente un país complejo. Los británicos tuvieron que salir del país en 1919 y la Unión Soviética se marchó del país en 1989 dejando una guerra abierta entre el gobierno comunista y la guerrilla islámica. La historia parece condenada a repetirse con una salida de las tropas internacionales que pueden dejar el país sumido en la incertidumbre de su futuro político.

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