24 ago 2011

MODIFICACIÓN CONSTITUCIONAL, FRACASO POLÍTICO

Es una constatación del fracaso de nuestra clase política que tengamos que recurrir a una modificación de la Constitución para remediar la incapacidad de hacer frente a la crisis económica y la incapacidad de los políticos de ser responsables con los recursos públicos, mal utilizados y derrochados desde la administración del Estado, hasta la administración de los comunidades autónomas y de las corporaciones locales. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, sorprendió en el Congreso de los Diputados con esta propuesta previamente pactada con el líder de la oposición, Mariano Rajoy, y con el candidato socialista en las próximas elecciones generales, Alfredo Pérez Rubalcaba. Lo curioso es que este gobierno ha pasado de ridiculizar una propuesta similar de Rajoy a asumirla de manera repentina. Detrás de esta decisión se encuentra la exigencia de la canciller alemana, Angela Merkel, y del presidente francés, Nicolas Sarkozy, quienes la semana pasada instaban a los países de la Unión Europea a recoger en sus cartas magnas artículos referentes al control del déficit público. El Gobierno insiste en que la decisión tomada es autónoma y va encaminada a otorgar credibilidad y confianza a los mercados en la deuda española. Pero viendo los antecedentes, creo poco en la actuación independiente del Gobierno de Zapatero.

Los mercados parecen que no responden a las medidas que se han tomado hasta ahora y dudo que el hecho de modificar la Constitución para limitar lo que se pueda gastar y endeudar nuestro país vaya a aliviar a unos mercados que se han convertido en un potro salvaje difícil de dominar. Los mercados responderán cuando la economía española repunte y el paro comience a descender significativamente. Hasta que eso no suceda, los parches, por mucha modificación constitucional que se haga, no servirán de nada. Además, ¿es verdaderamente necesaria una reforma de la Constitución para limitar el gasto? Parece que la desconfianza de los políticos en ellos mismos hace necesario ir más allá de una simple ley, para recurrir al texto de mayor rango normativo de nuestro país y asegurarse que no habrá desmadre en el gasto público como en estos años pasados.

Observando algunas de las noticias que han salido estos días en relación con el gasto innecesario en algunas infraestructuras acometidas en los años de bonanza, he leído con perplejidad como por el aeropuerto de Huesca pasaron tan solo 15 pasajeros durante todo el mes de julio. También como el aeropuerto de Castellón, sin vuelos aún, se gasta cerca de 4.000 euros diarios en seguridad. Y como estos dos casos, podemos enumerar muchos más en todas las comunidades de España. El fracaso de nuestros políticos es flagrante y lo peor es que ahora anuncian una reforma de la Constitución que, aunque no necesite de un referéndum, sería conveniente que los españoles pudiéramos manifestarnos sobre ello. De no ser así, los ciudadanos veríamos aún más profunda la distancia que ahora mismo hay entre clase política y ciudadanía, visión de una clase que en muchas ocasiones se maneja con actitudes de un despotismo benevolente de hacer honor aquello de “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.

El sentido común abandonó hace tiempo a los políticos. Los que nos metieron en la crisis, porque alguien ha tendido que ver en todo esto, las cosas no se producen porque sí o por intervención divina, intentan ahora sacarnos del atolladero. Pero también los ciudadanos tenemos parte de responsabilidad. Hemos estado viviendo cómodamente en un estado del bienestar insostenible, muy por encima de nuestras posibilidades reales sin ser conscientes de las consecuencias y sin exigir a los políticos nada a cambio. No hemos demandado a los políticos el uso racional de los recursos y hemos sido pasivos en los continuos casos de corrupción que año tras año se vienen sucediendo. El movimiento 15-M ha sido una muestra de reacción ciudadana ante la situación de hartazgo general. Posiblemente llegó tarde, pero lo importante ahora es que de una vez por todas los ciudadanos contemos en la democracia y no solo cuando hay elecciones.

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22 ago 2011

SOBRE LA VISITA DE BENEDICTO XVI

Las Jornadas Mundiales de la Juventud, con la visita del Papa Benedicto XVI a España, han suscitado numerosas críticas que situaron como argumento principal la aportación de dinero público, de católicos y no católicos, para sufragar parte de los actos organizados y que contaron con la presencia del Papa en Madrid como lo más destacado de las denominadas JMJ. Las críticas llevaron incluso a varias organizaciones a convocar una manifestación que estuvo encabezada por una pancarta donde se podía leer “De mis impuestos, al Papa cero”. La manifestación terminó como todos ya conocemos: actuación policial, detenidos, insultos, etc. Como siempre suele ocurrir en estos casos, posiblemente se trató de una minoría los que causaron los disturbios, minoría incapaz de reconocer la diferencia de ideas y creencias pese a que no las compartamos y estén en el otro extremo de lo que pensemos. Y es ese el error que planea sobre la actitud de los que no compartimos las ideas del catolicismo, convertirnos en un totalitarismo incapaz de respetar las creencias de los demás.

El que venga el Papa no tiene por qué suponer una agresión a mis ideas sobre lo que pienso de la Iglesia Católica. Si el argumento principal es el dinero público para sufragar los gastos de las Jornadas, parece que eso ha quedado claramente explicado. Si de la aportación indirecta de servicios públicos para facilitar la celebración de los actos de la JMJ hablamos, y que también ha sido motivo de crítica, entonces comencemos por dejar de organizar grandes eventos culturales, deportivos y políticos, porque en todos ellos, cuando hay gran asistencia de público, las administraciones deben intervenir para garantizar la seguridad necesaria de las personas en todos los sentidos. Pensemos simplemente en lo que puede costar la seguridad pública a lo largo de un año en los partidos de fútbol. Solo un Real Madrid-Barcelona puede suponer la movilización de más de 1.000 personas entre agentes de las Fuerzas de Seguridad, sanitarios y hasta bomberos, además de un dispositivo especial para acompañar a las aficiones. Y claro está que no a todo el mundo le gusta el fútbol y tiene pleno derecho a protestar por ello pero, sin embargo, nos hacemos cargo. Ya no hablemos si de lo que se trata es de organizar un campeonato mundial de fútbol o unas Olimpiadas. Además, recordemos que el 73 por ciento de los españoles se declaran católicos y que también pagan impuestos como los no creyentes, alrededor y un 14 por ciento, y resto de confesiones. Estamos en un país aconfesional, pero con mayoría católica y nuestra cultura está imbuida de ella, no lo podemos negar, aunque tengamos nuestras objeciones al respecto. Casi la totalidad de las fiestas populares de nuestros municipios se realizan en honor a alguno de los innumerables santos de la Iglesia Católica. Podríamos comenzar por anular toda aportación pública para la celebración de estas fiestas, de marcado carácter católico, si queremos adoptar una postura radical en torno al dinero público y lo católico.

En un primer balance, las JMJ han dejado más de 60 millones en la hostelería madrileña. Las previsiones indican que no solo no se ha invertido dinero público, sino que los beneficios en general pueden ascender a más de 100 millones de euros. La imagen de Madrid ha sido apertura en los informativos de la mayor parte del mundo. Más de cuatro mil periodistas fueron acreditados para hacer el seguimiento a la visita del Papa y a las Jornadas. Los peregrinos venidos a Madrid de más de cien países diferentes, son una voz más para dar a conocer nuestro país. Podemos establecer un debate sobre el pasado, presente y futuro de la Iglesia Católica, muy lejos de las austeras enseñanzas de Jesús. De cómo se ha basado históricamente en la ignorancia y en el miedo para convertirse en una de las instituciones con más poder y riqueza en la historia de la humanidad; pero concibo la visita del Papa como un gran espectáculo de consumo interno para el catolicismo que nada me aporta personalmente y que lo he observado únicamente desde el punto de vista economicista.

18 ago 2011

UN REAL MADRID ABDUCIDO POR MOURINHO



Mourinho ha sido, es y será un técnico polémico. No descubrimos nada nuevo con esta afirmación y el Real Madrid sabía que junto a un gran entrenador, también fichaba su carácter controvertido. Se maneja como nadie en situaciones fangosas y ahí quiere llevar al Real Madrid. La pasada temporada los enfrentamientos entre Barcelona y Real Madrid dejaron notas bastantes negativas y confiábamos que la disputa de la Supercopa produjese un cambio en la tendencia de los últimos partidos del clásico. Pero lo que fue un partido vibrante, emocionante y de calidad, se volvió a ensuciar con la actitud de los jugadores, de ambos equipos, y del entrenador portugués del Real Madrid al final del encuentro.

Los jugadores madridistas acatan sin rechistar las órdenes de su técnico, pero no las órdenes deportivas, sino lo que es más preocupante, las extradeportivas. Su discurso ha penetrado en el vestuario hasta el punto de anular la opinión crítica de personas adultas que pueden discrepar de la estrategia más allá de lo deportivo que su entrenador ha empleado en los partidos ante el FC Barcelona. La falta de autocrítica es alarmante en los jugadores del Madrid, capaces de justificar lo injustificable.

La entrada de ayer de Marcelo a Fábregas no tiene nombre. Además de expulsión directa, este jugador se merece una dura sanción y no sólo de los órganos competentes del fútbol español, sino también de su propio club. Tanto Marcelo como Pepe parece que salen a los partidos contra el Barcelona con un exceso de motivación incapaces de controlar. Marcelo ya dio motivos de esto en una jugada con Messi. No era de extrañar que pasase lo que finalmente pasó y que fue el origen de lo que posteriormente sucedió delante de los banquillos. La actitud de Mourinho con Tito Vilanova, segundo de Guardiola, no tiene calificativos. Un acto deplorable recogido por las cámaras de televisión que no deja lugar a dudas. Seguro que ha habido comentarios y palabras cruzadas entre banquillos, pero no podemos constantemente justificar acciones de este tipo con el "y tú primero" o "y tú más". 

Mourinho parece haber abducido a los jugadores del club blanco e incluso al cuerpo directivo. Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, solo ve por los ojos de Mourinho sin observar el daño que el técnico luso está haciendo al madridismo y la antipatía galopante que se está ganando el Real Madrid en el aficionado al fútbol por su actitud. El club ha defendido hoy a su entrenador y ha señalado acciones de menosprecio al banquillo del Real Madrid tanto de Guardiola como de algunos jugadores. La entrada de Marcelo ha sido calificada por la entidad como "equivocación". No es este el camino si se quiere acabar con la dinámica en la que se ha entrado. Si es cierto lo que el club dice sobre Guardiola y jugadores, que se denuncie, pero no que se tome la justicia por su cuenta.

Lo sucedido en los minutos finales de la Supercopa tiene la gravedad suficiente para que el Comité de Competición entre de oficio y sancione con dureza lo acontecido. Jugadores, entrenadores, asistentes; todo el que haya intervenido en esta vergüenza para el fútbol debe ser sancionado sin ningún tipo de objeción. Además, los clubes deben también tomar carta en el asunto y establecer claramente sanciones internas para los jugadores que muestren una evidente falta de deportividad que roza la violencia gratuita. Si esto no se para tenemos por delante más clásicos que pueden hacer muy poco por el fútbol y desembocar en situaciones aún más graves.