20 may 2011

'INDIGNADOS' HASTA LA MÉDULA

Muchos nos hemos preguntado cómo la crisis económica que vive este país, que ha socavado con unos índices de paro alarmantes y unos recortes sociales significativos el estado de bienestar que habíamos disfrutado durante años, no había producido movimientos sociales de protesta. La sociedad estaba aletargada, resignada a su suerte, con el problema interiorizado y aguantando el momento de la mejor manera posible. La proximidad de las elecciones y la campaña electoral que antecede a unos comicios ha obligado a los políticos a mostrarse a los ciudadanos. Y ha sido justamente esta campaña, donde los políticos vuelven a pedir el voto sin la menor autocrítica, el detonante para que la gran masa de personas que se están viendo afectadas directamente por la crisis dé rienda suelta a su ‘indignación’.

Nadie puede cuestionar que hay hechos objetivos para estar indignados. Estamos en España bordeando los cinco millones de parados, el 45 por ciento de los jóvenes tienen un futuro laboral bastante incierto y muchos, con una preparación y formación destacada, tienen que planear su futuro fuera de nuestras fronteras. Una buena parte de las familias tienen serias dificultades para llegar a fin de mes, el Gobierno ha practicado recortes salariales en los empleados públicos y en las pensiones, hemos asistido perplejos cómo con dinero público se ha intentado cubrir las cuentas maltrechas de las entidades financieras por su mala gestión en las hipotecas y en los préstamos concedidos, la incertidumbre laboral en quienes aún tienen trabajo es cada vez mayor; pero, sobre todo, hay un hecho que indigna aún más. La clase política se ha puesto de espalda al ciudadano, ha dejado de ser referente ético e intelectual, si alguna vez lo ha sido, y se ha ganado a pulso la desconfianza en ella. La corrupción ha salpicado a todos los partidos que han tenido responsabilidades de gobierno al socaire del ‘boom’ del ladrillo.

Los partidos han entrado también en barrena intelectual. La solidez intelectual y la formación y preparación de las personas han dejado paso a otros elementos de decisión dentro de los partidos. La elección de los cargos no es para los mejores preparados, con lo cual se produce la designación de asesores que se han multiplicado en los últimos años en las diferentes administraciones públicas para cubrir la deficiente preparación de los cargos públicos.

El gasto que supone la clase política escuece ahora mucho más. Mientras existía bonanza económica todo era mucho más llevadero. Ahora nos hierve la sangre cuando vemos el dispendio del dinero de todos que hacen nuestros políticos. Sueldos de alcaldes que no se ajustan a la realidad social ni económica del municipio, sueldos vitalicios, importantes dietas por casi todo lo que hacen, coches oficiales, asesores, privilegios añadidos al cargo, suculentas subvenciones a partidos, sindicatos y patronales. Con todo ello, se nos ha insistido a los ciudadanos que es la hora de apretarnos los cinturones, pero no ha habido reciprocidad. La clase política no ha sabido estar a la altura.

Es, pues, más que lógico que los ciudadanos expresen su malestar y esa desafección se ha reflejado en el movimiento 15-M, ‘Democracia real, ya’, donde jóvenes, parados, jubilados, amas de casa, trabajadores, entre otros grupos, han levantado su voz por primera vez desde los tres años de profunda crisis económica en España. Evidentemente que hay grupos antisistema en estas movilizaciones, pero también demócratas que piden una democracia de más calidad, que los partidos políticos no lleguen con sus tentáculos a todos los rincones de la sociedad civil, una democracia que no esté atada por leyes electorales injustas.

Podemos preguntarnos por qué ahora, quién está detrás de estas protestas, aunque yo quiero quedarme con lo descrito anteriormente: reclamar las condiciones para una democracia de más calidad. Hay quienes han visto en este movimiento la mano oculta de la izquierda para remediar el previsible desastre que se avecina con las elecciones del 22 de mayo, en especial para el partido en el poder, el PSOE. Dudo que esto sea así, cuando lo que se está realizando es una crítica a la clase política, en especial a aquellos partidos que han tenido responsabilidad de gobierno: PP, PSOE, partidos nacionalistas apoltronados en el poder autonómico y también a Izquierda Unida, que ha servido de apoyo al PSOE para gobernar en diferentes puntos del territorio. Otra cosa es que la izquierda quiera instrumentalizar este movimiento como lo está haciendo. Ni qué decir tiene las manifestaciones de José Blanco, ministro de Fomento, intentado buscar afinidades del movimiento M-15 con las ideas socialistas. Es la desvergüenza absoluta, aquellos quienes son criticados se suman a los críticos, aunque no es de extrañar de un partido que se ha pasado buena parte de la legislatura haciendo oposición de la oposición, más que de partido en el gobierno. Ojo que el tiro les puede rebotar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario