22 mar 2011

LA CUESTIÓN LIBIA


El Consejo de  Seguridad de la ONU aprobó finalmente una resolución que daba vía libre a una intervención limitada en Libia, aunque con reticencias por parte de algunos países miembros del Consejo. La resolución, que fue apoyada por diez votos y otros cinco (Rusia, China, Alemania, Brasil e India) se abstuvieron, autoriza tomar "todas las medidas necesarias" para proteger a la población civil libia de los ataques de las tropas de Muamar el Gadafi y establecer una zona de exclusión aérea sobre el país. La operación, denominada “odisea del amanecer”, se puso en práctica el sábado con los primeros bombardeos selectivos por aviones franceses. 

El efecto de las revueltas en Túnez, que terminó con la salida del poder de Ben Alí, y posteriormente la claudicación de Hosni Mubarak en Egipto, llegó a Libia donde se encontró con un tirano en el amplio sentido del término que no cedió ni un momento en su afán por continuar en el poder, utilizando para ello todo los métodos a su alcance, incluso el bombardeo de los insurgentes. Este es, presuntamente, el principal motivo que ha llevado a la comunidad internacional a establecer, con el amparo de Naciones Unidas, un espacio de exclusión aérea que permitiese a los rebeldes el progreso en su ofensiva contra el régimen de Gadafi. Tan solo tres días después del inicio de la misión ya se producen en el seno de la coalición las primeras fricciones. Francia ha querido tomar el mando de las operaciones, quedando en un segundo plano Estados Unidos. Varios son los países que participan en esta operación, entre ellos España, y ya se ha sugerido que sea la OTAN la que comande las acciones que se realizan en Libia, afirmación que no ha gustado nada a Francia. La Liga Árabe también mostró su apoyo a la resolución de la ONU, pero poco después se mostró crítica con los primeros bombardeos por considerar que no persiguen establecer, como ordenaba la resolución de la ONU, un espacio de exclusión aérea. El secretario general de la Liga Árabe, Amr Moussa, argumentó que lo que los países árabes quieren es "la protección de los civiles no el bombardeo a otros civiles". A su juicio, la protección de la población civil no requiere de operaciones militares. Difícil de entender la posición ahora de la Liga Árabe si la resolución es clara al indicar que se tomarán las medidas necesarias para el fin y objetivo encomendado. Además, en toda acción militar hay víctimas, por muy quirúrgica que quiera realizarse, y los daños colaterales son difíciles de evitar, en consecuencia,  hay que contar, desgraciadamente, con la muerte de civiles. 

Los antecedentes de operaciones militares con similares características nos dejan un panorama bastante sombrío. En Irak, criticable guerra que contó con un amplio rechazo político y popular, el fin era acabar con el tirano, Sadam Husein,  que, más allá de la tenencia o no de armas de destrucción masiva, fue un dictador que entre algunos de sus logros tuvo el de gasear a miles de chíitas (niños, adultos, ancianos, hombres y mujeres) o acabar con toda facción ideológica que pudiera suponer una amenaza para continuar en el poder. Irak quedó sumido en el caos y después de ocho años es un país con una profunda inestabilidad política y donde los atentados de grupos extremistas se suceden cada semana dejando un reguero de muertos. Y Afganistán es ahora mismo otro de los puntos negros que tiene la comunidad internación. Después de casi diez años no se ha podido acabar con la resistencia talibán y las fuerzas internacionales desplegadas en el país barajan ya una retirada en fechas no muy lejanas. Holanda ya lo ha hecho, Polonia lo hará en breve, incluso Estados Unidos baraja una retirada para 2014 dejando en manos de las fuerzas afganas la seguridad del país. O mucho cambia o estaremos ante otro Irak. 

La cuestión que surge es por qué se ha decidido intervenir en Libia. Parece que a la comunidad internacional le ha dado un interés desmesurado por democratizar todos los países bajo tiranías y dictaduras. Además, está la protección a los civiles que están siendo masacrados por el régimen. Estos son, en síntesis, los dos aspectos que motivan la intervención, pero cuántos países no entrarían en estos supuestos. Yemen, Bahréin, el dramático caso de Sudán, las dictaduras de Corea del Norte o Cuba, por poner algunos ejemplos. Qué difícil se le pone al ciudadano creer en este tipo de argumentos cuando hace tan solo unos meses Gadafi se paseaba amistosamente con los que ahora le bombardean.

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