1 mar 2012

URDANGARIN, EL CASO NÓOS Y LA CONDENA SOCIAL

Con la que está cayendo en este país, el denominado caso 'Nóos' y, en especial, la figura del yerno del rey, Iñaki Urdangarín, duque de Palma, es vista por la sociedad española como el prototipo del desmán de la ya pasada época de las vacas gordas. En primer lugar, por aprovecharse de unas administraciones públicas que parecían tener el dinero por castigo; en segundo lugar, por utilizar su posición social, miembro de la familia real, como tarjeta de presentación para lograr contratos públicos a favor de la sociedad Nóos y, presuntamente, sacar beneficios individuales.
Aunque los rumores de las presuntas irregularidades en la sociedad coleaban desde hace años, fue a partir de las investigaciones por el caso 'Palma Arena' cuando las sospechas comenzaron a tomar forma. Incluso el rey tuvo que intervenir y advertir a su yerno que no le gustaban las prácticas, por llamarlo de alguna forma, de la sociedad en la que estaba. No cabe duda que algo no muy bueno se temía. Sin embargo, Urdangarin desoyó al rey y continuó realizando trabajos para Nóos. El duque de Palma fue finalmente imputado bajo la sospecha de crear un entramado societario para desviar fondos públicos del Instituto Nóos, una entidad sin ánimo de lucro. Urdangarin debe dar cuenta si se apropio indebidamente de ese dinero, más de cinco millones de euros pagados por la Generalitat valenciana y por el Gobierno balear.
Las acusaciones que recaen sobre el duque de Palma son extremadamente graves y han salpicado a la familia real. No es cuestión de sacar una vez más el debate de la monarquía en España (me remito al artículo de este blog 'El debate monarquía-república'), pero sí es cierto que la monarquía debe aprovechar el momento para que la institución sea mucho más transparente en la gestión del dinero público que el Estado le otorga. El asunto Urdangarin ha hecho un tremendo daño a la imagen de la Casa Real, teniendo en cuenta que uno de los principales valores de la monarquía española había sido estar lejos de escándalos mediáticos por su conducta irreprochable, además de la cercanía a los ciudadanos que han mostrado todos los miembros de la familia real. Es esa buena imagen y el respeto que tiene la mayor parte de los españoles a la institución y a sus miembros la que puede quedar erosionada. La Casa Real reaccionó para desmarcarse del acto individual protagonizado por unos de sus miembros, veremos hasta qué punto los hechos se quedan en el yerno del rey o puede llegar incluso a afectar a la Infanta Cristina, esposa de Urdangarin.
En el discurso de Navidad de Don Juan Carlos la frase que quedó fue la de "la justicia es igual para todos". Solo cabe esperar que, en efecto, la justicia sea igual para todos, y aunque la desconfianza nos asalta más de la cuenta en este asunto, debemos creer en la democracia y en nuestro sistema judicial a pesar de los aspectos negros que en los últimos años se han agudizado. Uno de esos puntos negros, del que una y otra vez somos testigos, es el quebrantamiento del secreto sumarial. Nos hemos acostumbrado a ver el goteo de informaciones en los medios sobre hechos que son investigados y que se encuentran protegidos por el secreto. Ese goteo de filtraciones, portadas en los principales medios de comunicación, orientan, con intencionalidad o no, la opinión pública en un sentido que lleva al imputado, sin ser juzgado aún, a ser condenado socialmente. Con Urdangarin está pasando. La condena social está hecha. Ahora solo queda esperar lo que decida la justicia.

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