8 nov 2011

RAJOY-RUBALCABA, EMPATE TÉCNICO



Buena parte de los medios de comunicación han dado un día después del debate entre los candidatos de las dos principales formaciones políticas con opciones de gobierno, PSOE y PP, Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, la victoria a este último por escaso margen, en términos boxísticos diríamos que habría sido una victoria a los puntos. Pero como en todo debate de estas características, hay opiniones para todo los gustos. No cabe duda que para los militantes y simpatizantes socialistas el gran vencedor fue Rubalcaba, mientras que para los populares ni qué decir tiene que el vencedor claro fue Rajoy. Lo cierto es que uno y otro estuvieron en el papel que podría esperarse de ellos. Rubalcaba se mostró incisivo, agresivo e hiriente por momentos, su estrategia era clara: llevar a Rajoy al cuerpo a cuerpo, por seguir con símiles deportivos, como el equipo de fútbol que enreda el partido porque sabe que parte con desventaja ante su oponente. Rajoy, por el contrario, está claro que intentaba huir de esa posibilidad y se limitaba a seguir el guión preestablecido. El discurso de Rubalcaba se convirtió en un interrogatorio constante a Rajoy que, si bien pudo dar la impresión de arrinconar al líder del PP, lo que dejó de manifiesto es que Rubalcaba estaba adoptando el papel de oposición y daba por hecho que Rajoy era el vencedor de las elecciones.

El candidato socialista basó su argumentación en llevar contra las cuerdas a Rajoy utilizando el programa electoral del PP, pero poco habló del programa socialista salvo lo ya consabido de las tres o cuatro ideas que lleva diciendo en lo que va de campaña, entre ellas, el impuesto para las grandes fortunas o a las entidades bancarias. Por su parte, Rajoy no quería cometer errores, era el más que tenía que perder, y se limitó a no salirse del papel, nunca mejor dicho. La situación de Rubalcaba era difícil en la medida que había formado parte relevante de un gobierno responsable, en la parte que le corresponda, de la magnitud que la crisis económica ha cobrado en España, dejando tras de sí cinco millones de parados. Incluso tuvo a mal plantear más gasto público para la creación de empleo, en vez de facilitar medidas que reactiven la economía y sea ésta realmente la que sea capaz de generar nuevos empleos sin la ficción de puestos de trabajo que son, en cierta forma, subvencionados.

Rajoy, como era previsible, se remitió una y otra vez a la situación creada por los socialistas y recordó y recriminó a Rubalcaba que como miembro del Gobierno de España no llevase a la práctica esas medidas que tan bien le sentarán a la economía española. Lo dicho, cada uno en su papel. No obstante, es cierto que televisivamente el candidato socialista se mostró más contundente, incluso con un tono de voz más firme, y la estrategia de interrogar una vez tras otra al candidato popular daba la sensación de quien tenía la sartén por el mango era Rubalcaba. Escénicamente, como espectáculo televisivo, podríamos decir que Rubalcaba se impùso a Rajoy; pero haciendo un análisis de fondo, de argumentación, credibilidad, de realismo de la situación de nuestro país, el líder del PP aventajó a Rubalcaba. En definitiva, empàte técnico; ni para uno ni para el otro. Los ciudadanos tendrán que votar el próximo 20 de noviembre y dudo que este debate haya servido para influir en la decisión de muchos españoles. Hasta es posible que los indecisos lo estén aún más.

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