25 nov 2010

El DEBATE MONARQUÍA-REPÚBLICA

El pasado 22 de noviembre se cumplía 35 años de la proclamación de Juan Carlos de Borbón como Rey de España. Años donde este país ha conocido su mayor periodo de estabilidad política y donde los valores democráticos se han impuesto a la falta de libertades de la etapa dictatorial de la que veníamos. Y en ese logro no cabe duda que tanto para republicanos como para monárquicos la figura del Don Juan Carlos de Borbón fue clave. Dar un paso adelante para impulsar la democracia en España, dejando de lado los postulados franquistas que él mismo llegó a prometer cuando Franco murió, requirió de un valor y de una destreza política que ha sido alabada dentro y fuera de nuestras fronteras.
No es de extrañar que muchos se definan como “Juancarlistas”, aunque no monárquicos, valorando la figura y la importancia de Don Juan Carlos en el pasado más cercano de este país, en el presente y también en el futuro, en el que su hijo Felipe tendrá que sucederle en la Corona. Su carácter moderado, su sencillez y cercanía a los ciudadanos se reflejan en las encuestas donde la monarquía, como institución, tiene una gran aceptación por parte de los españoles, y mucho más valorada que la clase política, que se ha convertido en las últimas encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en una de las principales preocupaciones para los españoles.
Ahora bien, admitamos que en el caso concreto de España la monarquía ha servido, ha sido útil en un momento determinado de la historia, pero ¿quiere decir esto que sea la forma de gobierno que debe imperar en las próximas décadas? La pregunta no cabe hacérsela para un futuro inmediato, el Príncipe Felipe cuenta casi, o quizá más, con la misma aceptación ciudadana que su padre; pero sí habría que plantear un futuro donde la monarquía en España, y por extensión en el Mundo, desaparezcan.
Es difícil entender cómo un sistema democrático pueda contener y sustentar una institución tan poco democrática en sí misma como la monarquía, como ejemplo los modelos de sucesión que se aplican. Y es este es principal argumento con el que las monarquías se enfrentarán en las próximas décadas en un mundo cada vez más globalizado y donde se pueda concebir esta institución como un auténtico anacronismo dentro de la evolución de las sociedades modernas.

Una de las mayores críticas que recibe nuestra monarquía es el despilfarro que supone para las arcas del Estado mantener a la familia real y todo su séquito. Pero siendo rigurosos, la monarquía española es de las más austeras de Europa. El presupuesto de la Casa Real vendría a salir a unos 20 céntimos aproximadamente por español. La monarquía británica le sale a cada ciudadano alrededor de 90 céntimos. Monarquías como la sueca le cuesta a cada súbdito algo más de un euro. Para el próximo año, la Casa Real española tendrá un presupuesto de 8,9 millones de euros, entre un 7 y 9 por ciento menos que 2010. La monarquía británica contará con 48,6 millones de euros y la holandesa con 39,6 millones.
Si lo comparásemos con las repúblicas, considerando el presidente de la república como el jefe de Estado, los presupuestos varían teniendo en cuenta la capacidad y funciones que se les otorga. No es lo mismo repúblicas presidencialistas como las de Estados Unidos o Francia, que repúblicas como las de Italia, Portugal o Alemania, donde la figura del presidente de la república tiene un papel más similar a lo que representa nuestro monarca. En 2010 la asignación para la jefatura del Estado de la república italiana era de 228 millones de euros, mientras que la francesa ronda los 112 millones y en Alemania unos 20 millones.
Analizando los datos anteriores, no creo que se pueda atacar por el aspecto económico a la Corona. Sí desde un punto de ideológico o puramente por ser una institución que podríamos denominar anacrónica, anclada en unos principios originarios que para nada tienen que ver con nuestro tiempo. También quiero recalcar que pese a no estar de acuerdo con la monarquía como institución, no me importa que nuestro país esté representado como jefe de Estado por Don Juan Carlos, ni tan siquiera, probablemente, por su hijo. En cualquier caso los preferiría a ellos que tener como jefe de Estado a Rodríguez Zapatero, pongamos por ejemplo.




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