10 may 2013

UNA LEY ABOCADA AL FRACASO

Hemos asistido este jueves a numerosas manifestaciones y a una huelga general en la educación pública en contra de la Lomce (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa), una ley que el Gobierno de Mariano Rajoy ya ha dicho que aprobará este mes de mayo. Más allá de los pros y contras de esta nueva normativa que regulará en los próximos años uno de los aspectos más importantes de una sociedad, me atrevo a decir que es una ley condenada al fracaso. Una ley que debe marcar los principios fundamentales y básicos del sistema educativo, que posibilite personas y profesionales capaces, que enseñe en valores y conocimientos, que retome la autoridad del profesor y que deje de lado la burocratización a la en los últimos años ha tendido la labor docente, son algunos puntos que solo se conseguirán si se parte de un gran acuerdo entre las dos únicas fuerzas políticas capaces de gobernar en este país: PP y PSOE.
Si el partidismo y la ideología prevalecen sobre el interés de los alumnos, de las familias y, en general, del bien de la sociedad, para confeccionar una legislación bajo el paraguas ideológico de aquel quien la promueve, sin capacidad de ceder en sus pretensiones, la educación española está condenada a repetir sus males. Estamos hablando de un aspecto de la sociedad lo suficientemente importante para que cuando se inicie un proceso de negociación, la ideología y el partidismo se quede en la puerta. Solo así se conseguirá dar el primer paso para lograr, de una vez, un sistema educativo del que al menos no tengamos que avergonzarnos.   
Si alguien piensa que el estado de nuestra educación, incluso sin los recortes motivados por la crisis económica, es bueno, se equivoca rotundamente. Y no solo necesita inversión, para algunos la solución de todos los males de la educación. El problema va más allá de la inversión y se enraíza en la propia consideración social de la educación, su valor social, denostado por la prevalencia de la consecución del éxito efímero, de la vida fácil y ociosa, de la rentabilidad a corto plazo.

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