26 ene 2012

AJUSTE ECONÓMICO Y DESAJUSTE SOCIAL

En el primer artículo de 2011 de este blog, recogí la impresión de los analistas económicos quienes indicaban que el año ya terminado iba a ser muy duro y complejo desde el punto de vista económico. Las malas previsiones se cumplieron, pero cabía la esperanza que pasado 2011, el año que ahora hemos comenzado fuese el de la luz al final del túnel. Pero lejos de ser así, lo que no podíamos imaginar es que 2012 será aún más drástico en las consecuencias sociales que se desprenden de esta enquistada crisis. La desviación de hasta un 8 por ciento del déficit público obliga a realizar un esfuerzo sin precedentes al país para converger en el 4,4 por ciento de déficit establecido por la Unión Ëuropea para este año. Cerca de 40.000 millones de euros es lo que hay que recortar del gasto público. Podemos estar disconforme con la actuación de la Unión Europea en la denominada 'crisis de la deuda' y cómo se ha dejado notar la ausencia de un verdadero gobierno europeo que ha sido suplantado por Alemania y su gobierno, encabezado por Angela Merkel, secundada por Nicolas Sarkozy que, como buen francés, no podía dejar que su país no tuviese un papel relevante en la toma de decisiones.
El sometimiento a la política marcada desde Alemania ha triunfado en el seno de la Unión Europea. La llamada constante a la creación de una deuda común, los eurobonos, fueron desoidos sistemáticamente por Angela Merkel. Su posición inflexible, el convertir Europa y a todos sus países en una réplica alemana, asumiendo los duros requisitos exigidos para consolidar el euro, hace ahora incuestionable tomar en España medidas que sin duda crearán un profundo malestar en todos los ciudadanos, pero necesarias si asumimos querer estar en el vagón de cabeza de la nueva UE que surja tras la crisis. El prestigio internacional que años atrás había tenido nuestro país, cuando el crecimiento de la economía nacional superaba ampliamente al de la media de la UE, queda atrás, y de aquel crecimiento ficticio basado en el ladrillo, se nos presenta ahora la cruda realidad.
Las reglas del juego están establecidas, no sabemos si pueden cambiar, todo parece indicar que no. El primer paquete de medidas de ajuste económico del nuevo Gobierno de España presidido por Mariano Rajoy, que ha sido convalidado por el Congreso de los Diputados, marcan la línea futura de lo que nos depararán los próximos meses. Podemos criticarle el hecho de haber subido impuestos cuando nunca lo mencionó en campaña, todo lo contrario; incluso nos pueden gustar o no muchas de las decisiones adoptadas, pero más allá de ello, es evidente que la toma de decisiones en estos momentos es necesaria, como necesario es comenzar a cumplir con los objetivos de déficit. Recortar 40.000 millones de euros no solo se va a lograr vía recortes en el gasto público, sino que también habrá que barajar los ingresos. La principal fuente de ingresos son los impuestos, y nos guste o no hay que tocarlos. Ahora bien, para todos y, en especial, buscar las fórmulas para que los que más tienen paguen en relación a ello. Fiscalizar las grandes empresas de este país para evitar el fraude fiscal que supera en diez puntos la media europea,  combatir la economía sumergida cuya consecuencia principal lo sufre la Seguridad Social y controlar las grandes fortunas y las sociedades creadas por las mismas para tributar lo menos posible. No se entendería que las consecuencias impositivas recayesen en los de siempre y que, por ejemplo, parte importante de los que han causado este fregado, el sistema financiero, reconociendo su importancia dentro del sistema tal y como está montado, salga de rositas.
Espero que esto se vaya produciendo progresivamente y por el bien de este país las medidas que tome el Gobierno sean las acertadas. El tiempo lo dirá, aunque ahora mismo no sepamos a qué altura del túnel estamos, a la mitad, en la recta final o, simplemente, iniciándolo. De momento, las previsiones que ha publicado el Banco de España para este año no son nada positivas. La economía entrará en recesión, caerá un 1,5 por ciento, y el número de parados puede incrementarse aún más. Por su parte, el Fondo Monetario Internacional nos dice que, pese a los recortes, el déficit público en 2012 será del 6,8 por ciento, es decir, 2,4 por encima de lo establecido para nuestro país por Bruselas. En este marco, Europa parece no querer flexibilizar los tiempos para cumplir con el déficit, pero veremos si esta posición durará mucho. La política se ha dejado comer el terreno por la economía y el temor a variar de decisión con las consecuencias que ello puede suponer en los mercados, llena de pavor a los políticos europeos.
La presión de los mercados pudo con el Gobierno griego, incluso pudo con Berlusconi en Italia, pero siendo cierto el despropósito de la economía griega y la más que cuestionable situación de la economía italiana, la política no puede permitir que "los mercados" pongan indirectamente gobiernos que van a propiciar las políticas deseadas por quienes al final sacan provecho de la situación. Si cada vez hay algo más claro en esta crisis es que los mercados son insaciables, se han convertido en un potro salvaje difícil de domesticar, precisamente porque han carecido del control que debería haberse ejercido sobre él para evitar llegar a esta situación. La política ha fallado, ha fracasado, y es hora de volver a situarla en el lugar que no tuvo que abandonar. El problema es que no hay líderes con la personalidad y la altura de miras para realizar esa tarea.

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