9 dic 2011

DIPUTADOS POCO GENEROSOS


Cuando los recortes en las administraciones públicas están a la orden del día, con especial incidencia en la sanidad y la educación por aquello de ser las dos áreas a las que se destina la mayor parte del presupuesto de la Comunidad, hay ciertas cuestiones que el ciudadano no llega a entender, por ser benévolos en la expresión. Si se va a realizar el próximo año una reducción de casi 20 millones de euros en el capítulo 1 destinado a personal en el Servicio Canario de Salud, si las contrataciones de sustitutos para la enseñanza se mira con lupa, cuando muchas asociaciones que realizan una importante labor social no pueden seguir prestando sus servicios por carecer de ayudas públicas, cómo puede justificar el Parlamento de Canarias que prácticamente se mantenga el mismo presupuesto para 2012 que el año que estamos terminando.

Las cuentas públicas para el próximo año destinan a la Cámara regional unos 25,7 millones de euros por los 26,2 millones del ejercicio 2011, es decir, una reducción del 1,9 por ciento. Por si ello fuese poco, los diputados y diputadas de nuestra Comunidad han rechazado quedarse sin paga extra de Navidad esgrimiendo para ello algunas justificaciones bastante absurdas que hace pensar que en estos casos, mejor estarse callados. La Plataforma por la Dignidad de las Personas Sin Hogar presentó un escrito en el Parlamento de Canarias, firmado por 6.000 ciudadanos de Santa Cruz de Tenerife, en la que se solicitaba que la Cámara regional aprobase que los sueldos de la paga extra de Navidad de los políticos fueran destinados al fondo para la Prestación Canaria de Inserción.

El presidente de la Cámara, Antonio Castro, recuerda que en 2010 se bajaron un 15 por ciento los salarios, después de subírselos en 2008 un 9 por ciento, aunque habría que recordarle que esta medida fue impuesta y también afectó a todos los funcionarios y empleados públicos de la Comunidad, cobrasen lo que cobrasen, con un recorte entre el 3 y el 8 por ciento de su sueldo, y la mayoría sin las cuantiosas dietas de sus señorías, como por ejemplo los desplazamientos entre islas que duplican las ayudas que se dan para un enfermo o familiar que tenga que trasladarse de una isla menor a una capitalina para recibir atención medica. Un pleno del Parlamento de Canarias puede suponer más de 6.000 euros en dietas. Es evidente que un servidor público debe recibir un sueldo digno y razonable, pero atendiendo a las circunstancias, ya que no se puede predicar aquello de lo que se carece. Es decir, no pueden nuestros políticos ir pidiendo austeridad cuando desde los ciudadanos no se percibe esa austeridad en la clase política. Si bien el debate no hay que centrarlo tanto en los sueldos, como en otras serie de privilegios que pasan desapercibidos.

La política se debe concebir como un servicio público y al que no le interese o piense que le irá mejor en la empresa privada, ya sabe lo que tiene que hacer. Y es que ese es otro de los argumentos justificativos que muchas de sus señórías señalan: que en la empresa privada ganarían mucho más. Ya me gustaría ver a más de uno y de dos ganándose la vida fuera de la política, por ejemplo de maestro o profesor. Un estudio sobre el sistema salarial español deja bien a las claras que en el sector público los sueldos son más elevados que en el sector privado. Posiblemente nuestros diputados no se hayan enterado de este dato o quizá lo hayan omitido voluntariamente, pero es un argumento que siempre traen a colación y empìeza a ser insultante. Dudo que muchos de nuestros diputados y diputadas que han convertido la política en su profesión sean capaces de abandonarla voluntariamente. En el fondo existe un pánico a solventar su vida lejos de lo público y por ello no es raro ver las luchas internas en los partidos políticos cada vez que se aproximan elecciones para ubicarse lo más arriba en la listas del partido.

Siendo preocupante este panorama, lo que se avecina ahonda mi pesimismo. Estos nuevos políticos que surgen de las llamadas juventudes de los partidos, no son más que jóvenes adiestrados para hacer desde ya de la política su profesión y su lecho de vida.

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