29 sept 2011

LA CRISIS SÍSMICA DE EL HIERRO


En todos los manuales de periodismo podemos leer los posibles efectos negativos del exceso informativo: desinformación, confusión, alarma social, etc. A los múltiples canales por los que tradicionalmente circulaba la información: prensa, radio y televisión, ahora se le ha unido con fuerza las redes sociales donde la información no está sometida en su totalidad al tratamiento periodístico, sino que sus usuarios pueden disponer plenamente de estos medios para publicar lo que consideren.

Los medios de comunicación deben ser tremendamente cuidadosos en el tratamiento de noticias que pueden crear alarma social, valorar la información, contrastarla y, en lo posible, omitir valoraciones sobre los hechos. Si no tomamos estos principios básicos del periodismo, corremos el riesgo de convertir la noticia en espectáculo, en un show que derive en confusión.

Desde el pasado mes de julio la isla de El Hierro es escenario de lo que se denomina una crisis sísmica, una larga serie de movimientos sísmicos de baja intensidad que han ido aumentando en número y magnitud en los últimos días, hasta alcanzar alguno de los sismos los 3,8 grados de magnitud en la escala de Richter. La especial orografía de la Isla, dada a desprendimientos en circunstancias normales, hacía factible que, con la sucesión de temblores superiores a tres grados y perceptibles por la población, el peligro a derrumbes en laderas aumentase y pudieran provocar daños materiales y personales. Por tal motivo, se produjo la evacuación de manera provisional de medio centenar de personas y el cierre del túnel de Los Roquillos que une los municipios de Valverde y Frontera, túnel que ya en los últimos meses había sido cerrado en varias ocasiones por culpa de los desprendimientos.

Los expertos aseguran que en estos momentos la posibilidad de que exista una erupción volcánica en la Isla es bastante baja, aunque no se descarta. Continuarán los movimientos y hasta es posible que estos aumenten en intensidad. Pese a señalar una y otra vez que de producirse una erupción, ésta no sería violenta y tendría lugar en una zona no habitada, es lógico y comprensible que la población herreña esté intranquila y preocupada. Si a esta inquietud añadimos la falta de rigor en algunas informaciones, es evidente que el efecto que se conseguirá será la confusión en el receptor y, por lo tanto,  tenemos todos los elementos necesarios para crear alarma social.

La explicación a cada medida tomada por las autoridades debe ser clara y concisa. Los más de ocho mil movimientos sísmicos que ha sufrido El Hierro es motivo suficiente para estar precavidos y así lo están haciendo las autoridades públicas. En este caso, dado que se trata de una isla, es conveniente tener atado lo que humanamente se pueda hacer con medidas preventivas a la población. Otra cosa es la naturaleza, y esa sí que no es controlable y puede llegar a sorprendernos. El Archipiélago canario es de origen volcánico, la última erupción que se ha producido en las Islas fue el Teneguía, en 1971, en La Palma. Los expertos insisten en que de haber una erupción no será explosiva y, aunque la actividad sísmica aumente, no suelen darse en el Archipiélago terremotos de gran magnitud. El mayor movimiento registrado se produjo en 1989 (5,2 grados en la escala de Richter) entre las islas de Tenerife y Gran Canaria, cuyo origen no fue volcánico. Es probable que más que la erupción en sí misma, haya mayor preocupación por los movimientos de tierra que puedan producirse con una magnitud más elevada que a los registrados hasta ahora.

Canarias y los canarios debemos convivir con nuestro entorno y los riesgos que ello conlleva. Debemos ser conscientes del origen volcánico de nuestras islas y cómo los volcanes, como el Teide en Tenerife o Timanfaya en la isla de Lanzarote, se han convertido en seña de nuestra identidad.

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